Favignana: come, ríe, ama

Solo el sonido de algún caza de combate que parte de la vecina Trapani irrumpe en el silencio que impera en este pequeño paraíso; una isla de 2okm cuadrados de aguas cristalinas y donde la bici -y el barco- es el principal medio de transporte.

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Isola di Favignana, Sicilia

Favignana es la principal de las Islas Egadas (Isole Egadi), un archipiélago a unos 7km de la costa noroeste de Sicilia que es destino turístico predilecto para los italianos del norte y los propios sicilianos y, cada vez más, para gente llegada desde otros países.

El frescor de los colores turquesas y verdes del mar que la rodea contrastan con la aridez de su tierra. La sombra es un bien escaso en esta isla, aunque su costa escarpada, llena de calas rocosas y grutas, sí ofrece cobijo para aquellos que sufren el sol en la palidez de sus carnes. Al este los destinos más concurridos son Cala Rossa, Cala Azurra o Bue Marino, donde los más osados pueden saltar al mar desde un desnivel de 7 metros. Lo que se ve una vez dentro del agua -máscara en cara- es indescriptible. Una explosión de flora y fauna submarina que, lamentablemente, según dicen algunos locales, se ha visto mermada a pie de costa a causa de la pesca no controlada en esta reserva natural.

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Cala Rossa, Favignana

Al otro lado de la isla, al oeste, Cala Rotonda y Punta Faraglione se llevan la palma con vistas a unos atardeceres magnéticos que se hacen efímeros. Al fondo se ve Marettimo -la isla más apartada de este archipiélago-, un bloque de naturaleza bruta casi impracticable.

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Marettimo visto desde Favignana. Foto de Mirko Arcoleo.

Llega la noche y toca coger la bici para dirigirse al pueblo de Favignana. Dependiendo de cuán lejos esté tu alojamiento del núcleo urbano, el viaje puede ser una odisea -muy divertida, todo sea dicho- por la ausencia de iluminación en las carreteras y caminos que llevan a él. Una vez allí el ambiente es espectacular, como en cualquier localidad turística costera en una noche de verano: terrazas llenas de comensales, locales sentados a las puertas de sus casas, puestos callejeros, comercios abiertos hasta las tantas de la noche, y paseantes que luchan por mantener sus helados de una sola pieza mientras estos se derriten inexorablemente.

No hace falta haber estado para saber que en Sicilia se come de lujo. Pues bien, lo de Favignana, según mi experiencia, es un nivel superior. Si te gusta el pescado fresco, y especialmente el atún, este es tu sitio. La impresionante Tonnara di Favigliana y la mítica fotografía de la matanza del atún rojo que se puede ver en casi todos los establecimientos del pueblo dan fe de la tradición atunera de la isla.

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Lata de atún Florio. Tonnara di Favignana.
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Matanza del atún rojo. En busca y captura del autor de esta foto.

Aunque la Tonnara cesó su actividad en los años 70 y la última matanza tuvo lugar en 2007, los restaurantes siguen manteniendo viva la tradición con una infinita variedad de platos a base de atún en sus menúes. Dos de las cosas más fascinantes que he probado recientemente son la tagliata di tonno con salsa de pera y queso preparada en el restaurante Sapori di Mare, y la fiorentina di tonno al pistacho -un filete de casi medio kilo, hecho por fuera y crudo por dentro, recubierto de pistacho molido- en el restaurante Il Pakkaro, cuya especialidad es la pasta con frutti di mare.

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Fiorentina di tonno al pistacchio. Foto de Tonino Rizzico.

Además, en Il Pakkaro vivimos una auténtica experiencia siciliana, de esas que con música podrían ser la escena de una película sobre la nostalgia del fin del verano. Mientras esperábamos nuestro turno para cenar conocimos a Tonino y Annalisa, una pareja muy carismática de Cammarata (Agrigento) con la que nos sentamos a la mesa. Entre platos de pasta y botellas de vino, el personal del restaurante-Peppe, Giorgio, Ignazio, Salvatore y Vito, todos encantadores- acabaron con nosotros, riendo y cantando clásicos de la música italiana. Le hemos prometido a Peppe que volveremos el año que viene -sería el tercero consecutivo-, y si las circunstancias lo permiten no tengo intención ninguna de romper dicha promesa.

Solo te digo una cosa, ‘Giulia’ Roberts: en Favignana, come, ríe y ama.

 

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